sábado, 19 de mayo de 2012

LA CRÍTICA: Red State

Semillas de rencor

Cuando se lee algo acerca de “Red State”, debe quedar claro si quien lo firma es defensor o detractor de Kevin Smith. Porque a este irregular cineasta, que pasó de ser uno los padres de la comedia underground americana de mediados de los 90 a dinamitar su carrera en los cómics, en sus delirios de grandeza –no olvidemos sus intentos de meter mano a “Star Wars”, y el posterior rechazo por parte del mismísimo George Lucas-, y en intentos de reinvención appatowianas –sí, “¿Hacemos una porno?” tiene mucha gracia, pero es una película absolutamente impersonal-, o se le ama o se le odia.

Fruto de esa irregularidad nace esta “Red State”, con la que Smith pretende pasarse al terror, dejando atrás la comedia con diálogos cargados de cultura pop de sus comienzos. Y debo dejar claro que, exceptuando la hilarante e imposible “Dogma”, no soy nada fan de la carrera de este director. Ni le amo ni le odio, sencillamente me es indiferente, así que esta crítica no está condicionada en absoluto por un juicio de valor hacia su responsable.

La película, por tanto, ha generado división de opiniones. ¿Es “Red State” tan odiosa como algunos aseguran? En mi opinión, no, aunque sí que se queda a medio camino de sus posibilidades. Pero vayamos por partes, y aviso que pueden venir spoilers.


Podemos dividirla en tres partes, más un epílogo. La primera, y quizá la que más sobra, comienza con la presentación de tres chavales de la era “American Pie” que buscan sexo por Internet, y contactan con una señora mayor que quiere montarse un trío con los tres. Empieza entonces el segundo acto, en el que la señora les droga y acaban siendo víctimas de un grupo religioso homófobo que ajusta cuentas contra los homosexuales y los libertinos en nombre del Señor. Aquí, Smith juega con el torture porn, pero sin abusar del género, pese a la generosa cantidad de hemoglobina de algunas escenas.


¿Dónde está el terror, ese que la ha hecho triunfar en el último Festival de Sitges? Pues en el acierto del director de transmitir el fanatismo religioso de la América profunda donde se plantan semillas de rencor, y los actos que en su nombre se cometen. Lo hace a través del sermón del gran Michael Parks, un veterano de lujo convertido en el predicador en cuyas palabras se percibe verdadera amenaza y miedo, secundado por la soberbia Melissa Leo.

En su última media hora llega el tercer acto, un tiroteo entre cristianos y figuras de la ley, capitaneadas por el siempre solvente, e injustamente menospreciado, John Goodman, en unas escenas de acción en las que Smith se muestra sorprendentemente habilidoso. “Red State” se convierte, pues, en un ataque directo no sólo al fervor religioso llevado al extremo, sino a las fuerzas del orden y el conflicto de intereses de estas últimas, que prefieren considerar a los sectarios como terroristas antes de admitir un error.

El gran problema de este vaivén de temas llega en lo desdibujado que acaba su discurso frente a su forma. El epílogo guarda una moraleja, pero esta ha quedado relegada a un segundo plano entre tanta escena de acción y suspense de impecable resolución técnica. A Kevin Smith se le puede acusar de pasarse de listo, de creerse más importante de lo que es, y este intento de “Los renegados del diablo”, con la que guarda varias similitudes en fondo y aspecto, se queda en agua de borrajas en sus intenciones.

Pero no estamos, para nada, ante una mala película, sino ante el despertar de un realizador que se ha descubierto a sí mismo como un reaccionario. Una película imprevisible –que nadie se encariñe con ningún personaje, pues cualquiera puede morir-, molesta en su contenido y que no dejará a nadie indiferente. Si Smith está asqueado del cine y el mundo, y quiere retirarse levantando polvo, lo ha conseguido.

A favor: Michael Parks y Melissa Leo; lo extraordinariamente cómodo que está Smith en las secuencias de acción
En contra: su discurso se queda a medio camino en sus intenciones

Calificación: ***1/2

3 comentarios:

  1. Ya la tenía apuntada. Sólo queda elegir el momento para verla.

    Saludos.

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  2. Si no fuera porque este autor tiene títulos que me encantan... no me habría decepcionado más tanto. Esta peli tiene cosas que me gustan mucho pero no la perdono que sea tan lenta, larga y aburrida y repetitiva por momentos.

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  3. Me ocurre al contrario que a ti, Manu. Smith nunca ha sido mi fuerte, y de hecho sus pelis, a excepción de Dogma, jamás me han dicho gran cosa. Pero aquí le reconozco brío y huevos, por una vez. Y no se me ha hecho larga ni repetitiva, aunque sí se queda a medio camino de lo que pretende su discurso. Aún así, la he disfrutado.

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