miércoles, 11 de enero de 2012

2011 en 11 fotogramas (III): Entre polémicas, despedidas y nostalgia

Despedimos este especial 2011 en 11 Fotogramas precisamente con despedidas, las que el séptimo arte se vio obligado a dar a algunos profesionales. Un año que también trajo polémicas, y una profunda sensación de nostalgia en muchos filmes imprescindibles. Hasta el año que viene.

Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor
2011 ha supuesto un año tremendamente nostálgico. Diversas producciones han echado la vista atrás y han tratado de recuperar la esencia de los filmes del pasado, cayendo todos en el mismo error: la época que tratan de recuperar ha pasado ya a mejor vida, y cualquier intento se quedará en eso, intenso, incapaz de recuperar del todo el aroma que desprendían las películas que pretenden homenajear. Cuatro cintas han sido clave en esto del revival cinematográfico, cuatro ejemplos de películas que rozaron la gloria del pasado.

- Super 8: JJ Abrams lograba con esta modesta producción de 50 millones de dólares emular al mismísimo Spielberg, que ejercía labores de producción en el que es, hasta ahora, el proyecto más personal del otrora creador de “Lost”. “Super 8” recuperaba la esencia de “Los Goonies”, Gremlins”, “E.T.” y, en definitiva, de todas las producciones spielbergianas de los 80. Su mismo cartel, realizado al más puro estilo Drew Struzan –artífice de los clásicos carteles de Indiana Jones y “Regreso al futuro”, entre otros-, era una declaración de intenciones. Pero también su atmósfera, su banda sonora –obra del genial Michael Giacchino- y unos actores jóvenes con una camaradería Goonie inigualable, descubriendo a una joya, Elle Fanning. Encima se convirtió en todo un taquillazo del verano. Por cierto, otro cartel, el de “Capitán América”, echaba un vistazo a los años 50.


- Insidious: James Wan y Leigh Whannell, creadores de la saga “Saw”, daban el campanazo con este cuento de terror que, en su primera hora, era un modélico film de miedo con pocos recursos pero muy efectivos, y en su último acto se erigía como un cirque du freak, una parada de los monstruos con aroma a Grand Guignol que remitía directamente al terror de los 80, una casa del terror que le valió el rechazo de buena parte de los espectadores, pero la admiración de otro buen grupo, entre los que me incluyo. Eso sí, el éxito de taquilla fue monumental. No estaba sola. El proyecto de M. Night Shyamalan, “Devil (La trampa del mal)”, aunque previsible, era una reivindicación sin pretensiones del terror televisivo de la década.


- Drive: pasó algo desapercibida por las salas, pero la crítica se enamoró de ella y poco a poco los que la han ido descubriendo la han catapultado a la categoría de film de culto. “Drive” es puro cine duro y violento de los 80, un film elegante y sorprendente que recuerda a “Vivir y morir en L.A.”, Risky Business” o el cine de Jean Pierre Melville, Michael Mann y Walter Hill. Su protagonista es un Ryan O’Neal o un James Caan pasadísimo de rosca, con chupa de cuero, botines y palillo, con el inmutable rostro de un grandísimo Ryan Gosling, al que acompañaron la dulce Carey Mulligan y un Albert Brooks enorme por alejarse de sus papeles cómicos habituales. Imprescindible.


- The Artist: el triple salto mortal lo daba el francés Michael Hazanavicius con esta peculiar propuesta, que va más allá del simple homenaje al cine mudo de comienzos del siblo XX. Porque “The Artist” es muda y está rodada en blanco y negro, y a pesar de eso conquistó a la crítica y al público, hasta el punto de que avanza imparable hacia los Oscar. A Jean Dujardin, su protagonista, le llueven elogios, y su banda sonora, dirección artística y fotografía, entre otras grandes proezas, no se quedan atrás. Para quienes opinen que el cine mudo ya no tiene cabida en el cine moderno.



El árbol de la polémica
Icon Productions y Summit Entertainment comenzaban una batalla legal a finales de 2010 que acabó ganando esta última. Icon se comprometía a estrenar “El árbol de la vida”, la mastodóntica y ambiciosa producción de Terrence Malick, en el Reino Unido antes de su presentación en el Festival de Cannes. No sucedió así, y tras años de retraso en su estreno, Icon sospechó que Summit no había entregado una copia completa del film, sino una versión no aprobada ni por su productor, ni por su estrella principal, Brad Pitt, ni por el director de la cinta. De hecho se especuló que los derechos de este último habían sido directamente eliminados del contrato.


Batallas legales aparte, lo cierto es que “El árbol de la vida” pasaba triunfalmente por Cannes, llevándose la Palma de Oro a mejor película. Y volvió la polémica. El público, la prensa y la crítica especializada se dividían entre abucheos y admiración. La razón se entiende perfectamente una vez “aguantas” sus casi 135 minutos de duración. Una película densa, con una narrativa nada convencional, como si Malick estuviera hasta arriba de LSD, sin dejar claro su mensaje, dirían sus detractores. Un poema en imágenes, un viaje por la historia del universo dotado de poderosísimas imágenes, un canto a la vida imbuido de misticismo y mucha cosmogonía para sus defensores. En definitiva, una película para amar u odiar, una especie de “2001” de nuestro tiempo destinada a no pasar inadvertida para la historia del cine. Cine de culto al que el tiempo le dará la razón.

En España ocurría algo parecido. Fue número uno de la taquilla a pesar de sus pocas copias y sus escasas opciones, seguramente gracias a la presencia de Pitt en el reparto. Muchos no aguantaron su metraje y abandonaron la proyección a menos de la mitad de la película, y los abucheos superaban a los buenos comentarios. Internautas y espectadores indignados, sintiéndose estafados por el tráiler y el renombre de la película. Pero una cosa clara: la falta de criterio a la hora de elegir de algunos, ignorando dónde se metían.

La propuesta de Malick no fue la única ampolla levantada de 2011. A la tan cacareada ceremonia de los Goya, con la ex ministra Sinde y el ex presidente de la Academia Álex de la Iglesia en plena batalla de ideales, aguantando el chaparrón de los chistes sobre las descargas de Buenafuente durante la ceremonia, se unía la decisión de la Academia española de no nominar a niños menores de 16 años, tras la victoria como revelación de Marina Comas y Francesc Colomer.

El estreno de “Encontrarás dragones”, la lujosa película de Roland Joffé que hablaba sobre el fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer. Fue un éxito en su estreno en España, pero rápidamente cayó en el olvido, no sin antes de generar una acalorada polémica. Mientras los sectores más religiosos acudían en masa a los cines en su estreno para apoyarla, y le hacían publicidad a través de las redes sociales, los detractores la vapuleaban sin ni siquiera haberla visto. Una vez más, las opiniones prefabricadas afectaron al arte.

Como también se vio censurado, literalmente hablando, el arte cuando “A Serbian Film” era proclamada película no deseada por un juez de Barcelona, acusándola de hacer apología de la pederastia. La cosa fue mucho más allá cuando fue imputado el director del Festival de Sitges, Ángel Sala, por un delito de exhibición de pornografía infantil por permitirla en la programación del festival en 2010. Los directores de los festivales de mayor renombre de nuestro país manifestaron su apoyo a Sala en un comunicado, y el escritor, crítico y guionista español comparecía en los juzgados en mayo aportando el making of del film, donde puede verse que se usaron muñecos y no menores reales como se denunciaba. Y todo a pesar de que el festival programó la película en un único pase de medianoche donde se advertía de la dureza de su contenido. Y, paradójicamente, solo en España parecía haber polémica, pues la cinta había triunfado en diversos festivales internacionales.

Una de las últimas polémicas del año vino de la mano de Meryl Streep, o más bien de la película “The Iron Lady”, considerada por los amigos de la ex primera ministra conservadora un insulto hacia su persona. Y es que a este retrato de una anciana solitaria afectada de demencia se le ha acusado, nada más y nada menos, que de “fantasía izquierdista”. Por supuesto, la opinión sobre la película estará condicionada por la actitud hacia su figura central. Pero sea como fuere, nadie niega de la interpretación de la Streep, que consigue calcar la entonación, la sonrisa, las posturas y el carácter de una mujer que gobernó durante una década con mano de hierro el destino de muchos.

No podía acabar esta entrada tan polémica sin un beso y un baile entre dos titanes de la interpretación. Así sellaban Josh Brolin y Javier Bardem (JB & JB, para más señas) su respeto mutuo durante la ceremonia de los Oscar, momento que las cámaras de la ABC no captaron, pero que circuló por Internet al instante. La omisión del beso por televisión fue tomada como homófoba, y la cadena acabó explicando que no se encontraba en el guión, y que les pilló desprevenidos mientras enfocaban a la sonriente Penélope Cruz en el público, como estaba planeado.



Los que nos dejaron
No puede acabar ningún especial anual sin hablar de todos esos profesionales del séptimo arte que no nos dejaron exactamente, pues su trabajo perdurará en el tiempo, pero sin cuyas películas dejaremos de disfrutar en el futuro.

El año comenzaba con una triste noticia. El 2 de enero fallecía un actor impagable, esos de los que llenaban la pantalla con cada aparición. El gigantesco Pete Postlethwaite nos decía adiós a los 64 años de edad víctima de cáncer con casi un centenar de títulos a sus espaldas. El mismo día, la mítica Anne Francis, protagonista del clásico “Planeta prohibido”, fallecía también de cáncer a los 80 años, con una carrera mucho más dilatada (más de 150 trabajos).

España se vestiría de luto durante los tres primeros meses del año, cuando tocaba despedir como merecen a dos grandes, Florinda Chico y Juanito Navarro, dos de los mejores exponentes del humor de posguerra en nuestro país. Pero más chocante fue levantarse con la noticia de que Paco Maestre y José Conde fallecían sin haber llegado a los 60, y sin que nadie se lo esperara. Ambos casos tuvieron enorme repercusión mediática: el primero sufría un infarto mientras rodaba la serie “Amar en tiempos revueltos”, y el segundo fue encontrado muerto en un edificio abandonado, tras llevar un mes desaparecido y bajo tratamiento psiquiátrico.

También fue inesperada la pérdida de Andy Whitfield, de 39 años, protagonista de la exitosa serie “Spartacus”, a causa de un linfoma, y del hijo de Anthony Quinn, Francesco, que sucumbía a un paro cardíaco a los 48 años mientras jugaba con su hijo pequeño.

Sin embargo, 2011 será recordado como el año en que los ojos del celuloide se apagaron para siempre, dejando una estrella menos en el firmamento. Elizabeth Taylor, más que una actriz, se despedía dulcemente mientras dormía de todos nosotros a los 79 años, dejando atrás un legado que comprende algunas de las interpretaciones más sublimes de la historia del cine. Unos pocos días después, uno de los mejores directores de la historia, y espléndido a la hora de exprimir a sus actores, nos obligaba a revisar toda su obra, donde figuran películas tan mastodónticas como “Doce hombres sin piedad”, “Serpico”, la imprescindible “Network” o “Antes que el diablo sepa que has muerto”, con la que demostró seguir en plena forma. Por supuesto, hablamos de Sidney Lumet, con el que se fueron algunas de las mejores interpretaciones de la historia, el mejor cine protesta, y la mayor de las vitalidades.


Steve Jobs, ese genio gracias al cual la animación por ordenador es como la conocemos hoy en día, ese talento que creó Apple e impulsó Pixar, el hombre cuya muerte lloraron millones de personas en el mundo, el hombre que movilizó a artistas y usuarios de redes sociales en pocas horas. Gracias por tu incalculable trabajo, y gracias también a John Barry, el hombre que compuso la sintonía característica de “007”, además de las bandas sonoras de más de 100 obras como “Nacida libre”, “Bailando con lobos” y “Memorias de África”, todas ellas composiciones absolutamente míticas.



La cosa no acaba aquí. Un icono televisivo, Colombo, o lo que es lo mismo, Peter Falk, colgaba definitivamente su gabardina a comienzos del verano, y con él se fue uno de los fetiches de John Cassavetes, un actor impagable al que debemos mucho más que el haber dado vida al despistado detective.

También se nos fueron John Neville, el Barón de Munchausen y el Hombre de las Uñas Perfectas de “Expediente X”; el clásico Alfred de las cuatro primeras entregas de “Batman”, Michael Gough; la malograda protagonista de “El último tanto en París”, Maria Schneider; la musa del realizador de culto Ed Wood, Dolores Fuller; el tío de Peter Parker en el “Spiderman” de Sam Raimi, Cliff Robertson; el director de clásicos como “Bullit”, Peter Yates; un icónico secundario, habitual de Jonathan Demme, Charles Napier; el amigo de Travolta en Grease, Jeff Conaway; todo un prodigio de la interpretación y el doblaje en nuestro país, el irremplazable Jordi Dauder; y la queridísima María Isbert, entrañable, divertida, totalmente llena de vida. Y, cómo no, Chita, la mascota de Tarzán, cuya longevidad fue siempre puesta en duda. Es más, su muerte fue tomada como broma al salir el Día de los Inocentes.

Y pido disculpas si me olvido de alguno. Por si acaso, aquí va este vídeo homenaje, donde también están presentes otras celebridades ajenas al cine. Descansen en paz.

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