viernes, 15 de enero de 2010

LA CRÍTICA

Hierro ****

Onírico viaje hacia la aceptación

No recuerdo un debut en la realización tan portentoso por la fuerza de sus fotogramas desde “Intacto”. Ya en sus primeros minutos, la opera prima de Gabe Ibáñez ofrece una secuencia de accidente rodada con total pulcritud y preocupación por los detalles, imágenes todas que sacuden al espectador en la butaca. Hasta en eso podría asemejarse a la primera incursión en el largo de Fresnadillo, en aquella escena del “Ya no te quiero” de Mónica López y que demuestra que no estamos ante algo ya visto.

Lo que viene a continuación quizás roce demasiado los lugares comunes en su historia y pueda resultar, especialmente en el tramo final, a ratos previsible: una madre que pierde a su hijo a bordo de un ferry le busca desesperadamente por la isla a la que viajaba cuando recibe la noticia de que han encontrado el cuerpo de un niño. Trastornada, con una patológica fobia surgida a partir del incidente, María irá desarrollando un profundo estado de paranoia que se acentúa con unas pesadillas que no le dejan pegar ojo.



Pero Ibáñez tiene el suficiente talento como para convertir una historia muy típica en algo totalmente distinto. Es aquí cuando conviene dejar claro lo que el espectador se encontrará al ir a ver “Hierro”. No estamos ante un filme de terror al uso, que es lo que puede desprenderse de su campaña publicitaria, sino ante un thriller psicológico sobre cómo sobreponerse a la pérdida de un ser querido, un viaje onírico hacia la aceptación de la cruda realidad de una madre que debe aprender a vivir con sus propios fantasmas.
Lo que importa en “Hierro” no es lo que se cuenta. De hecho, si analizáramos su argumento y su desarrollo nos encontraríamos ante un telefilme de sobremesa, un dramón para ver y olvidar por su concurrencia de lugares y situaciones comunes. Hasta sus pocos golpes de efecto pueden resultar de manual cinematográfico si no fuera porque lo que impera es el cómo contar la historia, apartado en el que Ibáñez demuestra ser un as de la realización, convirtiendo un trabajo de encargo en algo propio. Tanto las pesadillas de su protagonista como el resto de la cinta poseen una potencia impropia de un debut.

Una pena que este deslumbrante salto al largo de un curtido especialista en publicidad y efectos especiales y director del desconcertante cortometraje “Máquina” no haya entrado finalmente en los Goya de este año. Habría recibido como mínimo nominaciones a los efectos especiales, el sonido, la banda sonora, la fotografía, el montaje, la dirección novel y por supuesto una nominación para Elena Anaya, sobresaliente en su interpretación, la mejor de su carrera, ya recompensada en el último festival de Sitges. Ella lleva buena parte del peso de esta película. La otra parte se la lleva la buena mano de su director para crear imágenes sugerentes, inquietantes, que no parecen aportar nada salvo dosis de tensión pero que nos obligan a recordar su nombre en el futuro.


A favor: una estupenda Elena Anaya en la interpretación y Gabe Ibáñez en la realización
En contra: habrá quien vaya a verla pensando que es un filme de terror al uso

1 comentario:

  1. Esta próxima semana iré a verla. Lo de Elena Anaya no me extraña, ha madurado mucho y esta cuajando buenos papeles.

    Saludoss

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