Acaba
el 2012. Para muchos, un año duro, difícil, nefasto. Por esto, este balance no
puede empezar más que con lo peor de este ejercicio, lo más descorazonador,
sorprendente, inaudito. Cinematográficamente hablando, claro. Pero tranquilos,
que ya vendrán tiempos mejores. Al menos en la segunda entrega.
Tiempos
de crisis
Un año difícil para el
cine en general, y para el cine en particular en España. Los recortes del
gobierno de Mariano Rajoy en cultura provocaron todo tipo de opiniones, la
mayoría contrarias a la decisión. Fernando Trueba decía en el Festival de San
Sebastián que un país sin cultura era un país sin identidad, y el triunfador
del certamen, François Ozon, no podía más que darle la razón y secundar sus
palabras, lanzando puyas en el escenario al propio Rajoy. Otros, en cambio,
lanzaban bombas incendiarias hacia el público en sí, aludiendo que en España el
cine, más que cultura, es visto como delincuencia por el público. Esto lo decía
Vicente Aranda, quien también reservó perlas para ciertos sectores de la
crítica.
Aranda aludía también a
la diferencia con Francia. Curioso, pues el film más taquillero del año durante
casi medio año fue un film francés, “Intocable”, que se convirtió en un boom en
todo el mundo. No fue algo aislado. Semana tras semana, la crisis se dejó ver
en la salas de cine, y solamente los títulos adultos, como “Los descendientes”
o la citada “Intocable”, lograban captar
la atención de la audiencia. El público se alejaba de los blockbusters como
“Ira de titanes” o “John Carter”, y el primer trimestre del año, por ejemplo,
se saldó con un bajón del 18,5% con respecto al 2011. El cine español,
mientras, sufría grandes fiascos como “Extraterrestre”, “Luces rojas” o
“Silencio en la nieve”.
Numerosas cartas de
quejas hacia el ministro de cultura, que también lo era de deportes, por
recortar en lo primero pero no en lo segundo, hasta un astronómico 35%. De
esto, un 75% se usaría para cubrir las ayudas de tercera vía a las producciones
estrenadas en la segunda mitad de 2010. Porque no es suficiente con este
desorbitado recorte, sino que en España hay mucho productor chupando del bote
del gobierno, cobrando ayudas por estrenar filmes en al menos una sala, sin
tener en cuenta el porcentaje de beneficio en salas. Con presupuestos más altos
que lo que un film puede recaudar en España. Toda esta enorme mafia, y más, era
denunciada por Tinieblas González en una extensa rueda de prensa que merece la
pena no perderse. Por su contundencia, por su sinceridad.
Ante tal situación,
buena parte de la producción española se paralizó, y en España se dejó de
rodar. Hasta el 14 de febrero, había rodándose tan sólo nueve largometrajes en
nuestro país, frente a los 29 del año anterior. Pero aún quedaba un nuevo
revés, que salpicaría directamente a los espectadores, una parte crucial en
esto del negocio del cine. El gobierno anunció que, a partir del 1 de
septiembre, subiría el IVA un 21%, una subida tan descabellada que convertía ir
al cine en un lujo. Paradójicamente, este ascenso compensó el bajón de
espectadores, y el conjunto del último trimestre no se vio tan resentido,
siendo incluso el más exitoso del año. Porque algo positivo debía tener todo
esto. Aunque sea relativamente.
El
cine genera violencia
2012 ha sido un año de
tensiones cargadas. La situación económica mundial no ha hecho más que
incentivar este ambiente de malestar general, y el cine no se ha quedado al
margen. Si “El caballero oscuro” estuvo marcado por la tragedia de Heath
Ledger, “The Dark Knight Rises”, la culminación de Christopher Nolan de su
trilogía sobre el personaje de Bob Kane, no pasará a la historia precisamente
por suponer el clímax de dicha trilogía, sino por los trágicos sucesos
ocurridos en un cine de Aurora el día del estreno del film. James Holmes, un
fan exacerbado de los superhéroes y de Batman en concreto, irrumpía la noche
del 20 de julio en un cine de Colorado arma en mano y caracterizado como el
Joker y Bane. Entró en una sala y abrió fuego, matando a 12 personas e hiriendo
a otras 58. Nadie sospechó de él ante su disfraz, algo muy habitual de ese tipo
de eventos. Fue detenido inmediatamente tras la masacre tras entregarse, y su
caso aún está pendiente de juicio. Ante un comisario de policía, Holmes
aseguraba ser el mismísimo Joker, el peor enemigo del caballero oscuro.
Christian Bale expresó
su pesar y visitó a los heridos. Obama canceló sus citas y volvió a la Casa
Blanca, calificando el suceso de horrible y trágico. Y la Warner canceló el
inminente estreno de la cinta en París, además de cancelar su campaña de
marketing de Finlandia. Se prohibieron los disfraces en eventos de ese tipo y
se extremó la seguridad. Las cifras de la película se vieron afectadas. En su
primer fin de semana, “The Dark Knight Rises” superó por poco a su predecesora,
algo inconcebible ante un hype de este calibre. Poco a poco fue remontando, y
se convirtió en un taquillazo, aunque no consiguió alcanzar al segundo episodio
de la trilogía en Estados Unidos.
Un mes después, los
fantasmas de la masacre resurgieron cuando se recibió una amenaza de bomba en
una cadena de cines de Columbus en las proyecciones de “Los mercenarios 2”,
amenaza que se extendió a otras salas que proyectaban la película en todo el
país. Y aunque los cines continúan en alerta, aún no se tienen evidencias de la
existencia de bombas en las instalaciones.
La guinda de esta trágica
relación entre violencia y cine la puso a mediados de septiembre un polémico
vídeo estadounidense que ridiculizaba y se burlaba de Mahoma. “La inocencia de
los musulmanes” denigraba el islam y al profeta Mahoma, y provocó protestas en
Egipto, Ligia y Yemen, hasta el punto de provocar sangrientos asaltos contra
las embajadas de Estados Unidos en el Extremo Oriente, Oriente Medio, Asia
Central y África, que se saldó con numerosos heridos y muertos. Porque hay
veces que sí, que el cine puede generar violencia. Pero detrás siempre se
encuentra el fundamentalismo. Triste, muy triste.
El
ratón se hace con LucasFilm
Ha sido el año de
Disney. “Lincoln”, “¡Rompe Ralph!”, “Brave” y, sobre todo, “Los Vengadores”, le
han permitido al estudio ingresar más de 1.500 millones de $ este año, siendo
la mejor cifra de su historia. Quién se lo iba a decir a una compañía que se
encontraba en números rojos hace unos años. Pero su contrato con Marvel ha
salido más que rentable, y ahora puede comprar medio Hollywood.
Vale, quizá no medio
Hollywood, pero le ha dado para hacerse con uno de los mayores imperios
cinematográficos de la Meca del Cine, LucasFilm. Y con ello, todo lo que
incluye, como por ejemplo “Star Wars”. 3.125 millones de $ ha costado la broma,
menos que la adquisición de Pixar, a la que George Lucas ha aceptado no sin
mostrar cierta cara de resignación.
Pero Lucas necesita
financiación para su próxima trilogía galáctica, para hacer volver a Luke, Leia
y Han Solo si hace falta. Y, como Marvel, se ha aliado con el todopoderoso
ratón animado. Así que éste, que acaba de iniciar una exitosa franquicia con “Los
Vengadores”, verá en 2015 incrementar su patrimonio con el lanzamiento de la
nueva entrega, que ya escribe Michael Arndt (“Toy Story 3”), cuyo libreto será
mirado con lupa. No hay director, pero esto es indiferente. La maquinaria ya ha
comenzado, y Disney sacará tajada hasta en las atracciones. Tendremos “Star
Wars” para rato.
A
Hollywood le sobra el dinero
Sí, Disney se ha
llevado el gato al agua este año, pero también ha protagonizado uno de los
fracasos más sonoros de 2012. Apostaba fuerte por “John Carter”, fantasía de
ciencia-ficción marciana escrita por Edgar Rice Burroughs hace casi un siglo y
que llegaba en forma de lujosa producción de más de 250 millones de $. Ya desde
su producción se mascaba la tragedia: regrabaciones, una campaña de marketing
incapaz de vender el producto a su público potencial… Todo se tradujo en un
batacazo que recaudó tan sólo 282 millones de $ en todo el mundo. Por suerte,
en apenas dos meses, Disney lo vio compensado con el mayor estreno de la
historia, “Los Vengadores”, que superó los 200 millones de $ en sus primeros
tres días, y que acabó colocándose como la tercera película más taquillera de
la historia del cine.
Pero es que parece que
a Hollywood le sobra el dinero, pues las películas cada vez cuestan más. Lo que
hace años se podría haber hecho con poco más de 100 millones, hoy en día cuesta
casi el doble. Ejemplos sangrantes son los de “Ira de titanes” -150 millones de
presupuesto-, “Dark Shadows” -175 millones-, “Battleship” -209 millones-, “Total
Recall” -125 millones-, “Cloud Atlas” -102 millones- o “Men In Black 3” -225
millones-. Y de todas ellas, solamente esta última ha cubierto de sobra sus
costes, aunque sea gracias a la recaudación internacional. Las demás han dado
dolores de cabeza a sus responsables.
Pero si un film ha
supuesto un culebrón en sí mismo ya desde su concepción ha sido “World War Z”,
la ambiciosa megaproducción dirigida por Marc Forster y protagonizada por Brad
Pitt. Y todo por esa manía tan de moda en Hollywood de anunciar la fecha de
estreno de los filmes incluso antes de empezar a rodarlos. Así, la Paramount
puso como fecha inicial diciembre de 2012, y desesperados tuvieron que recurrir
a Pitt, que inicialmente iba a ser solamente el productor de la cinta. Sin
preproducción ni guión se lanzaron a completar el equipo técnico y artístico,
con el único nombre de la exitosa novela en que se basaría la película como
reclamo. Forster fue elegido a dedo por el actor/productor por su prestigio en
el drama, pero olvidaba que el cineasta era un negado para rodar cine de gran
presupuesto y acción, como ocurrió en "Quantum of Solace", y no tenía ni idea
siquiera de cómo iban a ser los zombis.
Forster, por si fuera
poco, perdió todo su poder, ya que el estudio le impidió llevarse a su propio
equipo y se le impuso uno. Tanto que se desentendió del proyecto y nadie
gobernaba el barco. Miembros del equipo entrando y saliendo del set, sin
capitán que les guiara, una estrella que no paraba de discutir con el director,
problemas con las localizaciones, retrasos en la filmación motivados incluso
por la redada de un grupo anti-terrorista búlgaro que requisó una partida de
rifles de asalto,… Cuando el film se presentó ante los productores, se llevaron
las manos a la cabeza, y solo se oyó que “los primeros 45 minutos son muy
buenos”. Así que contrataron al chico para todo de Hollywood, al mercenario y
polémico Damon Lindelof, para que reescribiera el tercer acto, y aplazaron la
fecha de estreno a verano de 2013. Lindelof anunció que estaba falto de tiempo,
pero dejó una idea que remataría la película. En su lugar entró otro miembro de
“Lost”, el más respetado Drew Goddard –guionista también de “Cloverfield” y “The
Cabin in the Woods”-, y en caso de fallar, se tenía un plan B: Christopher
McQuarrie, solvente escritor de “Sospechosos habituales” y “Valkiria”. A
contrarreloj a rodar de nuevo en septiembre, y con un presupuesto que no dejaba
de inflarse. Y lo peor, que todo esto se notó en su primer y horroroso tráiler.
Menos caótico fue el
primer avance de “El llanero solitario”, pero aquí se entiende: su responsable,
Gore Verbinski, es capaz de sacar adelante desaguisados y de manejar grandes
presupuestos, aunque en este caso se le fue de las manos. El coste inicial era
de 275 millones de $, pero recortando salarios y escenas caras se quedó en 215
millones de $. La Disney dio luz verde, pero las complicaciones climatológicas
en México, entre otros muchos problemas, hicieron que se hinchara hasta los 250
millones, aunque se dice que fue a más. Nuevamente, para abaratar costes, ha
habido que reescribir el guión y volver a rodar escenas más “baratas”. Habrá
que ver si el hecho de provenir del equipo responsable de “Piratas del Caribe”,
Johnny Depp incluido, salva al film de la quema. Al menos, su primer avance no
pintó tan mal.
Los
que se fueron
A pocos días de
comenzar el año, el doblaje español perdió a un actor irreemplazable, si bien
llevaba años sin prestar su voz a sus habituales Michael Caine o Jack
Nicholson. Rogelio Hernández fue también el doblador habitual de Paul Newman,
Marlon Brando o Gene Wilder, y su labor en centenares de títulos se apagó a los
81 años de edad. El año continuó diciendo adiós a clásicos como Ben Gazzara, el
actor fetiche del primer cine indie norteamericano y de Peter Bogdanovich y
John Cassavettes; a Ernest Borgnine, el versátil protagonista de “Marty”, el
inconmensurable actor de “De aquí a la eternidad”, “Los vikingos”, “1997:
Rescate en Nueva York” o “Doce del patíbulo”; a Larry Hagman, el inolvidable
J.R. de la serie “Dallas”; a un secundario de toda la vida como Charles Durning
(“Soy o no soy”, “La casa más divertida de Texas”); y a David Kelly, el
entrañable abuelo de “Charlie y la fábrica de chocolate”.
Más allá de la
actuación, el arte en general y el cine en particular perdieron importantes
nombres en 2012. El padre del King Kong de John Guillermin, del ET de
Spielberg, del Alien de Ridley Scott, Carlo Rambaldi, abandonaba el panorama
erigido como uno de los grandes magos del celuloide. El realizador griego Theo
Angelopoulos hacía lo propio a comienzos del año, pero no sin dejarnos antes
joyas como “La eternidad y un día” o “La mirada de Ulises”. Moebius, el artista
que aportó su importante y decisivo grano de arena artístico a “Dune”, “Alien”,
“Abyss” o a “el quinto elemento” e influyó en la estética de “Blade Runner” y “el
imperio contraataca”; “Ray Bradbury”, todo un clásico de la ciencia-ficción,
con obras tan cruciales como “Fahrenheit 451”. Y Nora Ephron, la célebre
guionista de comedias románticas como “Cuando Harry encontró a Sally” o “Algo
para recordar”, entre otras, la mujer que convirtió a Tom Hanks y Meg Ryan en
una pareja romántica con una química que traspasaba la pantalla.
Pero si algo ha
caracterizado a este 2012 ha sido por dejarnos despedidas inesperadas por su
prontitud. Whitney Houston, La Voz, se apagaba a los 48 años tras haber batido
todos los récords posibles de ventas, tras protagonizar “El guardaespaldas” y
darle banda sonora, tras convertirse en una diva indiscutible de la música.
Tony Scott, el ecléctico y nervioso hermano de Ridley, sorprendía a propios y
extraños cuando se lanzaba de un puente, poniendo fin a una exitosa carrera
compuesto de títulos como “Amor a quemarropa”, “Marea roja” o “Top Gun”, tras
lo cual todos nos dimos cuenta de que habíamos visto y nos había gustado la
mayoría de sus películas. Y Michael Clarke Duncan, el fortachón de “La milla
verde”, el amigo y guardaespaldas de las estrellas, el hombre que demostró que
su físico no le impedía ser un gran actor capaz de imponer con su presencia, de
saltar del género de acción al drama o la comedia con pasmosa facilidad. 54
años que nos pillaron a todos por sorpresa.
España también perdió
importantes nombres este año. Paco Valladares, Pepe Rubio, Juan Luis Galiardo, Carlos
Larrañaga… mucho más que los mayores seductores de nuestro cine. Grandes
actores, curtidos en cine y televisión y sobre todo en los escenarios. Todos
ejemplos de extrema elegancia, de extrema profesionalidad. La inmensa Aurora
Bautista, la estrella de “Locura de amor” y “La Tía Tula”. El inseparable
compañero del también desaparecido Juanito Navarro, Quique Camoiras, el hombre
que nos regaló siempre una sonrisa. José Luis Borau, maestro de maestros,
director de “Furtivos” y “Leo”, comprometido ex presidente de la Academia de
Cine Española, uno de los mejores que esta institución ha tenido en su corta
vida. Y Emilio Aragón “Miliki”, el hombre que dignificó la palabra payaso, el
hombre que trajo ilusión a múltiples generaciones de niños.
Y no, no podía
olvidarme de él, de uno de mis actores favoritos. Sancho Gracia también nos
abandonó. Fue mucho más que Curro Jiménez, como muchos se empeñaron en
recordar. Fue un intérprete curtido en teatro y televisión, revivido gracias a
directores como Enrique Urbizu o Álex de la Iglesia, que le convirtió en
protagonista de la fallida “800 balas”, filme en el que lo mejor era sin duda
él. El eterno llanero solitario español. El señor que se hizo a sí mismo, que
se convirtió en leyenda. Una leyenda incluso mayor que el personaje que le dio
la fama. A él, y a todos los que se fueron, que en paz descansen. Que lo
merecen.