¿Cuál es tu película de terror favorita?
Reglas que deben cumplirse para sobrevivir en una buena película de terror
#1. No practicar el sexo
#2. No puede beber ni tomar drogas. Es el factor pecado.
#3. Nunca bajo ninguna circunstancia digas “Enseguida vuelvo”, porque no volverás.
#1. No practicar el sexo
#2. No puede beber ni tomar drogas. Es el factor pecado.
#3. Nunca bajo ninguna circunstancia digas “Enseguida vuelvo”, porque no volverás.
Casey (Drew Barrymore) prepara unas palomitas mientras espera a su novio Steve para pasar una velada viendo películas de terror. Alguien llama, y aparentemente se ha equivocado de número. La misma persona vuelve a llamar, y comienza una inocente conversación acerca del cine de terror. “¿Cuál es tu película de terror favorita?”, pregunta la persona al otro lado del teléfono. “La noche de Halloween” responde Casey. La voz al otro lado le pregunta su nombre, y Casey le pide una razón, a lo que él responde: “Porque quiero saber a quién estoy mirando”. La inocente conversación se interrumpe, y comienza un perverso juego sobre cine de terror, donde estarán en juego las vidas de Casey y su novio, atado a una silla y amordazado en el patio trasero.
“Te hago una pregunta. Si la aciertas, Steve vivirá”. Casey responde correctamente a la pregunta “Dime el nombre del asesino en La noche de Halloween”. Pero la segunda tiene truco: “Dime el asesino en Viernes 13”. Jason responde ella, pero la voz dice que la respuesta es incorrecta. “He visto esa película veinte condenadas veces”, pero él replica “entonces deberías saber que la asesina es la madre, Jason no aparecía hasta más tarde”. El fallo le cuesta la vida a Steve, pero Casey tiene una oportunidad de salvarse si elige la puerta de salida correcta. Las palomitas ya están ardiendo, un mal presagio de lo que va a ocurrir.
Casey ve la negra silueta del asesino en la casa y se esconde, pero éste la sorprende. Su máscara es la de un fantasma que parece gritar, similar al cuadro de Münch “El grito”. Casey huye e intenta llegar a sus padres, que en ese momento llegan a casa. Pero el asesino llega antes a ella y le asesta varias puñaladas. Ya sin aliento y casi sin poder hablar, Casey alcanza a sus progenitores, pero no es capaz de emitir ni un sonido, así que no consiguen oírla y entran a casa mientras el asesino remata a Casey. Cuando sus padres entran en casa, está llena de humo por las palomitas quemadas, su hija no responde a su llamada, e intentan usar el teléfono. Es entonces cuando oyen los últimos sonidos de su hija con vida, que aún tiene el apartado descolgado. Cuando salen al jardín por la puerta principal, descubren a su hija colgada ya del árbol delantero. La cámara avanza vertiginosa hacia el cadáver, y éste es el comienzo de la ola de crímenes perpetrados contra los adolescentes del apacible pueblo de Woodsboro.
Éste fue el imponente prólogo de “Scream” (Grito, como el rostro del asesino), perfectamente planificado por un especialista del género como Wes Craven, escrito por una promesa, Kevin Williamson, y musicalizado por Marco Beltrami, otro maestro del género que aumenta tensión a las imágenes del realizador. Un comienzo inolvidable, que ha pasado a la historia del cine, por su brutalidad, su inteligencia y por cargarse ya en su primera secuencia a la supuesta estrella de la cinta. Y es que Drew Barrymore, la niña de “E.T.”, aparecía como cabeza de cartel de una propuesta que, en sus minutos siguientes, pondría patas arriba al slasher y lo sacaría de las garras de la serie B para devolverlo a un lugar que no ocupaba desde comienzos de los 80, cuando él mismo y compañeros como John Carpenter redefinieron el género.
Pero la nueva vuelta de tuerca al terror tenía truco, pues lo que hace “Scream” es parodiar las bases del género, los tópicos, burlarse de ellos, y a la vez repetirlos hasta la saciedad en un ejercicio de genialidad y bienvenida hipocresía. Crearon Craven y Williamson un nuevo subgénero que en realidad ya existía, el slasher adolescente, pero que en sus manos tomó una nueva dimensión metalingüística de cine dentro del cine, en la que sus víctimas eran conocedores de las reglas para sobrevivir en un film de terror, pero acababan cometiendo los mismos fallos que las estrellas de la ficción, y acababan pereciendo atravesados por el afilado cuchillo del asesino.
El cineasta que resurgió de sus cenizas
Pero “Scream” no sólo pervertía las reglas del terror con asesino suelto y lo hacía resurgir de sus cenizas, sino que supondría la vuelta al género de un maestro ya consolidado, Wes Craven. Los comienzos del cineasta a finales de los 70 fueron prometedores. Películas de culto como “Las colinas tienen ojos” o “La última casa a la izquierda” lo encumbraron a la categoría de joven talento del celuloide. Pero no le duraría mucho. No fue hasta 1984 que volvió a tener cierto renombre gracias a la creación de uno de los mejores psicokillers de la historia del cine, Freddy Krueger, que marcaría su primer resurgimiento a las filas de los mejores del género.
Su carrera posterior contendría enormes altibajos, siendo de lo más destacable “La serpiente y el arcoíris” y “La nueva pesadilla de Wes Craven”. Pero fue con “Scream” con la que volvería a emerger de las profundidades del terror de serie B en el que estaba inmerso e ingresaría en la liga de los poderosos de la industria, pues el éxito de la saga fue descomunal. Demostraba además que a sus casi 60 años seguía en plena forma.
Y eso que no fue en principio el cineasta pensado para llevar a buen puerto la película. Antes que él se barajó el nombre del nuevo prodigio de Hollywood, Robert Rodríguez, a quien Miramax ataba bien corto tras los éxitos de “Desperado” y “Abierto hasta el amanecer”. Incluso se pensaba en Oliver Stone. Pero sin duda la elección de Craven, un gran conocedor del horror cinematográfico capaz de reírse de sus propias películas, no pudo ser más acertada. Lo que aún es incomprensible es que, justo antes de aceptar “Scream”, se embarcara en ese infame bodrio con Eddie Murphy como protagonista que sería “Un vampiro suelto en Borrklyn”.
Gracias a un alumno aventajado
Pero si a alguien debemos agradecer la existencia de este original resurgimiento es a Kevin Williamson, talentoso guionista con mucha cinefilia a sus espaldas. Paseó el guión de “Scary Movie”, como inicialmente se llamaría el film, por todos los estudios, pero sólo fue aceptado por los mandamases de la Miramax, los hermanos Weinstein, que vieron un enorme potencial en el producto que el joven escritor tenía entre manos, y que le venía como anillo al dedo a una productora independiente que por entonces cosechaba sus mayores éxitos con filmes de terror y fantasía, antes por supuesto de pasar a formar parte de los Oscar con “El paciente inglés”, momento en el cual aumentaron su caché, pero sin dejar de lado su vena independiente y su afición por las horror movies.
El guión de Williamson ya describía a un asesino fantasmagórico, pero no fue hasta la búsqueda de localizaciones para la película que se encontró la famosa máscara que hoy en día conocemos, en una casa abandonada. De hecho, el nombre de Ghostface fue atribuido al personaje por uno de los protagonistas, el personaje de Tatum interpretado por Rose McGowan, que lo llamaría así antes de morir. Pero su nombre oficial es Father Death (Padre Muerte), nombre que figura en la bolsa del disfraz del asesino que se encontró tirada en la calle, después de que la protagonista Sidney Prescott fue atacada por primera vez.
Entre director y escritor se establecería una relación de complicidad extrema, bien visible en la película, pues juntos contribuirían al éxito de la cinta. Por si fuera poco, colaborarían en tres ocasiones más, dos de ellas en secuelas de la saga y otra en la parcialmente fallida “Cursed (La maldición)”.
Con un presupuesto muy modesto, pero no reducido, de 14M$, la película pasó a llamarse como hoy la conocemos, para hacerla más comercial, y Craven eligió un cast de actores jóvenes y prácticamente desconocidos. Drew Barrymore iba a ser la protagonista, rechazó el papel y prefirió ser la primera en morir, porque le daba más morbo. Un gran acierto, pues su muerte, por ser posiblemente la única estrella por entonces del reparto, causó un gran impacto, y recuerda a lo ocurrido en “Psicosis”, donde la estrella de la cinta, Janet Leigh, fallecía sin llegar a la mitad de la historia.
En su lugar, Williamson quería a Molly Ringwald, actriz mítica de las comedias de los 80 gracias a películas como “El club de los cinco”. Pero Ringwald ya era muy mayor para interpretar a una estudiante de instituto, así que de todas las presentadas al casting se optó por Neve Campbell, una actriz venida de la televisión que empezaba a despuntar en la serie “Cinco en familia” y que podía interpretar la inocencia y virginalidad de la protagonista Sidney. Otra actriz presentada al casting fue Melissa Joan Hart, la famosa bruja adolescente Sabrina de la serie de televisión.
Junto a Campbell, una actriz con mucha más experiencia que sin embargo saltaría a la fama tres años antes gracias a su papel de Rachel en la serie “Friends”, Courteney Cox, para interpretar a la indiscreta periodista Gale Weathers, capaz de todo por conseguir la mejor noticia. Y completando el trío protagonista, uno de los hermanos Arquette, más conocido por ser hermano de Rosanna y Patricia que por su trabajo como actor, para encarnar al patoso ayudante del sheriff Dewey. Su personaje iba a morir inicialmente, pero tras varios pases para el público decidieron darle una oportunidad a última hora a petición de los mismos. Si nos fijamos en la escena, parece que realmente muere, pero en la siguiente escena aparece por sorpresa en la camilla siendo atendido por los médicos.
Completaron el reparto Skeet Ulrich, el novio de Sidney, un actor también desconocido que trabajaría ese mismo año con Campbell en “Jóvenes y brujas”; Rose McGowan, más famosa posteriormente por ser pareja de Marilyn Manson y actualmente de Robert Rodriguez; Matthew Lillard, tendente a la gesticulación excesiva y con poco trabajo a sus espaldas; y Jamie Kennedy como Randy, habitual de la televisión y que ya apareciera, sin acreditar, en “El club de los poetas muertos”, de Peter Weir. Su personaje, Randy, actúa de intermediario con el público explicando las bases del cine de terror, y de él salen las tres reglas básicas para sobrevivir a una película de este tipo. Y, aunque su papel no ganaría importancia hasta entregas posteriores, tenemos a Liev Schreiber, como supuesto asesino de la madre de Sidney un año antes.
Como secundario de lujo tenemos a Henry Winkler, famoso en Estados Unidos por interpretar durante diez años a el Fonz en la serie “Días felices”, y que aquí interpreta al malogrado director del instituto. Y como cameos especiales tenemos a Linda Blair, la ya crecidita niña de “El exorcista”, y al propio Wes Craven, interpretando al conserje Fred, y con un look muy parecido al de Freddy Krueger (ver fotos bajo este párrafo).
Un juego de metacine
Pero “Scream” no sería lo mismo sin sus continuas referencias a otras películas de terror, a las cuales homenajea a la vez que cuestiona y ridiculiza exponiendo sus errores. Errores, que, sin embargo, se empeña en reproducir en un ejercicio de metacine en el que su creador, Kevin Williamson, es un experto. Porque la cinefilia del guionista no tiene límites. Lo suyo no es desarrollar a sus personajes, sino aprovechar un género para dar una lección de cine dentro del cine. Algo similar a lo que haría en su posterior serie televisiva, “Dawson crece”, en la que su protagonista habla sin parar de las películas de su vida.
“Scream” bebe así más de la comedia que del terror propiamente dicho, pues lo suyo es una parodia de las constantes de un subgénero a veces tan repetitivo como el slasher. Las vírgenes se salvan, la actriz de grandes pechos corre subiendo por la escalera en lugar de salir por la puerta principal, el asesino resucita repentinamente al final para asestar su último golpe… todo esto está presente en “Scream”, donde se aborda el género al completo, las normas no escritas, las trucos, los errores habituales.
En su segunda parte, estrenada un año después y con los supervivientes de la primera, el tema está claro: la importancia de las secuelas, con sus normas, sus errores y características básicas, nombrando incluso algunas de las mejores y las peores del séptimo arte. Ya en la primera, Drew Barrymore apuntaba que la mejor de “Pesadilla en Elm Street” era precisamente la primera, la dirigida por Craven, y que sus secuelas sobraban.
Pero el metalingüismo de “Scream 2” iba más allá: en la misma película existía otra película, “Stab” (Puñalada), que recreaba los acontecimientos ocurridos en Woodsboro con un nivel de detalle que incluso copiaba planos del primer “Scream”. Un juego de referencias no sólo ya al cine de terror, sino a la misma saga, en la que los actores se burlaban de la rocambolesca e inverosímil adaptación al cine cuando ellos mismos fueron protagonistas de alto tan absurdo. “Stab” era exagerada y ridícula. El cine dentro del cine era estrafalario, exagerando los tópicos que de por sí existen en la industria del cine. Sidney ya lo apuntaba en la primera parte: su papel lo interpretaría Tori Spelling, como de hecho ocurriría después. Y esto sirve además para la original secuencia de apertura, cuando se produce una muerte en pleno estreno de “Stab” a manos de alguien que se disfraza de Ghostface, y que pasará desapercibido entre los cientos de freaks que se visten igual en la sala. El mismo público no se toma en serio la muerte de la víctima, Jada Pinkett Smith. Ghostface puede ser cualquiera, como ocurría en “Scream”, pero ahora en su secuela podría ser incluso un espectador disfrazado. Un asesino que ha pasado a la historia del cine no por tener una personalidad definida, sino por su atuendo. Un fantasma sin personalidad, pero terrible en sus ejecuciones.
La tercera, ya no escrita por Williamson, apunta mucho más bajo. Se nota en su libreto la falta del guionista, pero es también entretenida. Su objetivo no es otro que analizar el final de las sagas, pero se riza aún más el rizo: los personajes conocerán a sus dobles en la ficción, que tienden a imitarlos como si estuvieran dando la interpretación de su vida. Además, la visión que se da del mundo del cine es aún más frívola y ridícula.
Las referencias de la saga
Ya lo había apuntado antes. Las referencias de “Scream” son innumerables. Hay un total de 16 películas de terror que son mencionadas en alguna escena del filme, y todas ellas son: "Aullidos", "El tren del terror", "Halloween", "Viernes 13", "Carrie", "El exorcista", "Psicosis", "Posesión infernal", "Hellraiser", "Candyman", "Prom Night", "La matanza de Texas", "Pesadilla en Elm Street", "La niebla", "El silencio de los corderos" y "Terror al anochecer".
He seleccionado una serie de referencias que a mi juicio merecen ser destacadas:La escena en donde el asesino supuestamente muerto vuelve a la vida para dar un último susto, es una referencia al final de películas como "Carrie" o "Viernes 13".
- La voz que se escucha llamando a Sidney (Neve Campbell) en el servicio, recuerda mucho a la de Freddy cuando llama a Nancy (Heather Langenkamp) en "Pesadilla en Elm Street".
- En la escena del garaje, Tatum piensa que el asesino con disfraz es Randy (Jamie Kennedy), igual que en "La noche de Halloween" cuando Linda (P. J. Soles) piensa que quién está disfrazado es Bob (John Michael Graham).
- En la película "Prom Night" Jude (Joy Thompson) dice que sale con un tal Steve Orth, el mismo nombre que el del novio de Casey.
- La frase que Billy (Skeet Ulrich) dice: "Todos nos volvemos locos alguna vez. Anthony Perkins, Psicosis", es una referencia a dicha película, pues en ella Norman Bates la cita.
- Cuando Billy (Skeet Ulrich) se cuela por la ventana en casa de Sidney (Neve Campbell), pone la radio y suena una versión de la canción "Don't Fear The Reaper", tema musical utilizado en otras películas de terror como por ejemplo: "La noche de Halloween", "Apocalipsis" de Mick Garris o "Agárrame esos fantasmas" de Peter Jackson.
- Billy (Skeet Ulrich), el novio, es acusado de ser el asesino, al igual que Rod (Jsu Garcia) en "Pesadilla en Elm Street".
- Tanto Casey ("Scream") como Annie ("La noche de Halloween") antes de morir asesinadas estaban haciendo palomitas.
- Cuando Randy (Jamie Kennedy) está viendo "Halloween" y dice a la tele: "Jamie, mira detrás de ti", Michael Myers está detrás de Laurie (Jamie Lee Curtis); en "Scream" ocurre lo mismo, pues detrás de Randy en ese momento se encuentra el asesino disfrazado.
- El póster oficial de "Scream" está inspirado en el del filme "Opera" (1987) de Dario Argento; en ambos se ve el rostro de una mujer asustada, con los ojos abiertos y la boca la tiene tapada.
- En la escena en la que el asesino ataca a Sidney en su casa, sale del armario de la misma forma que Michael Myers en "Halloween".
- Cuando Sidney (Neve Campbell) le dice a Stu (Matthew Lillard): "En tus sueños", antes de que empuje la televisión encima de él; esto mismo ocurre en "Pesadilla en Elm Street 3", antes de que una joven sea empujada contra un televisor.
- Cuando Billy Loomis, apellido de Samuel Loomis (Skeet Ulrich) se cuela en la habitación de Sidney (Neve Campbell), eso es una referencia a una escena similar que hace Glen Lantz (Johnny Deep) en "Pesadilla en Elm Street". Además, su apellido Loomis, es el mismo que el del personaje de Donald Pleasance en Halloween (1978), el cual a su vez tiene el mismo nombre que el amante de Marion Crane en Psicosis (1960).
- Cuando uno de los asesinos simula su muerte, más tarde explica que el efecto especial de la sangre lo hizo con jugo de maíz; y qué lo copió de la película "Carrie".
- Tatum menciona al director Wes Carpenter, una referencia al director Wes Craven y a John Carpenter.
- El director Himbry es colgado en un palo en el campo de futbol, al igual que ocurrió en PROM NIGHT 3.
La parodia traspasa la pantalla
No hace falta decir que “Scream”, al igual que sus secuelas , fue un éxito. Casi 200 millones de dólares recaudados en todo el mundo por cada una, a excepción de “Scream 4”, la vuelta de los personajes a Woodsboro para este 2011, que no ha acabado de cuajar en taquilla. Pero sí para la crítica, como bien hizo su primera entrega. Los expertos alabaron la originalidad de la propuesta y la de sus secuelas, especialmente la última y la segunda. Y eso que se cortaron muchas escenas por su exceso de escenas sangrientas, y para no conseguir la calificación NC-17, que le habría cerrado un buen sector del público. De hecho, de estrenó con escenas censuradas no sólo en USA, sino en Argentina, Corea del Sur (estuvo prohibido hasta 1999), Noruega, Australia, Chile, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, México, Holanda, Portugal, Japón, Singapur, Suecia, Inglaterra y USA. La misma película se ríe de la censura en una escena en la que Sidney y su novio comentan la transmisión de “El exorcista” por televisión con las escenas más grotescas diezmadas.
Pero el éxito fue más allá, y como ocurre en la película, consiguió traspasar la pantalla. Abrió el camino para la aparición de nuevas propuestas de terror adolescente como “Sé lo que hicisteis el último verano”, “The Faculty” –ambas escritas por Williamson-, “Un San Valentín de muerte”, “Leyenda urbana” –el mejor comienzo de un film de este tipo, junto al de “Scream”-, “Destino final”, y muchas más, de las que sólo destaco esta última y “The Faculty”, de Robert Rodriguez, donde Williamson llevaba su cinefilia hasta la serie B de los 70 de filmes como “La invasión de los ultracuerpos”. Incluso dio pie a una brillante parodia, titulada precisamente “Scary Movie”, anecdótica al ser la parodia de otra parodia, y a unos premios del mismo nombre dedicados al terror y la ciencia-ficción.
No es de extrañar, pues Craven aportaría sus conocimientos del género al guión del alumno Williamson, que ya apuntaba maneras. Su sabiduría acerca de las reglas del terror, y de la industria en general, y las plasmarían juntos en una película que cumple ya 15 años de su exitoso estreno en salas, en muchas ocasiones en tono de burla que escondía una feroz crítica contra todo un sistema de producción. El mismo Ghostface reaparece en un destello en los créditos finales, anunciando su inminente vuelta. Les dejo con la escena de apertura, que 15 años después sigue poniendo los pelos de punta.
Valoración: ****